viernes, 27 de enero de 2012

Manifiesto por la Diversidad en la Unidad (Parte IV: Aspectos a Considerar y Debatir, La escuela DEU)


La escuela, según DEU, no se debe ni utilizar para suprimir todas las diferencias y distinciones culturales, ni para reforzar la segregación y el aislamiento de minorías. El modelo asimilacionista asume que los inmigrantes y los miembros de la minorías se educarán en escuelas públicas, así se garantiza que se les enseñará básicamente el mismo material que a otros miembros de la sociedad. Un modelo de diversidad ilimitada requiere el establecimiento de escuelas separadas con apoyo público y planes de estudios distintos para los diversos grupos étnicos desde el jardín de la infancia hasta el último grado de la escuela secundaria, tal como, por ejemplo, escuelas musulmanes o judías separadas, a tiempo completo.


Por el contrario, DEU, sugiere que una proporción importante del plan de estudios, quizá el 85 por ciento o más, debe seguir siendo universal (es decir, parte de los procesos que fomentan la unidad). Las ventajas de compartir un 85 por ciento del plan de estudios no solo radican en asegurarse que todos los miembros de la generación siguiente se exponen en una medida considerable de los mismos materiales didácticos y narrativas, sino también a que se mezclarán socialmente. La enseñanza del mismo material pero en escuelas étnicas segregadas es incompatible con nuestro planteamiento. Aunque los profesores de todos las procedencias deben ser bienvenidos, hay que insistir en que los niños deben ser educados no solo por los profesores de su mismo grupo.

Las minorías deben tener la posibilidad de elegir un 15 por ciento de asignaturas del plan de estudios, en la forma de optativas o de clases alternativas, en las que los estudiantes interesados en un tema o historia o tradición propia pudieran acceder al conocimiento de la diversidad que nos enriquece a todos. El contenido universal, por otra parte, del plan de estudios se debe adaptar para incluir culturas e historias de las minorías.

La educación bilingüe puede ser utilizada, pero solamente durante la transición hacia una fase de entendimiento plural y no como modo de perpetuar la segregación (nos referimos a la educación que se da en las lenguas de inmigrantes y no a las políticas educativas en un país que ha abrazado históricamente dos o más idiomas).

De preocupación especial será la enseñanza de valores. Esto es importante por el hecho de que muchos de los conflictos más discutibles de escuelas, desde la supresión de crucifijos a requerir a muchachas musulmanas usar trajes de baño o prohibir los turbantes tradicionales de los Sikhs, se relacionan con la religión. Las escuelas deben ayudar a desarrollar el carácter y a enseñar valores básicos más bien que simplemente ser instituciones para aprender instrucción. Se debe también asumir que las clases que todos los alumnos deberán atender (el sector de la unidad del 85 por ciento o más) incluirán las clases talleres en las cuales los valores cívicos básicos serán enseñados, por ejemplo el respecto por la constitución o las leyes orgánicas, los derechos humanos, el mérito de la democracia, y el valor del respecto mutuo entre diversas subculturas. Pero tal esfuerzo puede no ser suficiente para proporcionar la necesaria educación del carácter y es poco probable que por sí misma pueda proporcionar un suficiente substituto para los valores sustantivos enseñados en el pasado por las religiones. ¿Qué valores sustantivos deben inculcar las escuelas más allá de las virtudes cívicas?

La oferta de una escuela pública para cada religión (en línea con la noción del reconocimiento oficial igual de todas las religiones) y permitir que los estudiantes elijan, ayuda la diversidad, pero hace poco por la unidad. Una forma de mejorar esto es que las escuelas públicas trabajen con los distintos grupos religiosos para asegurarse que los profesores seleccionados para la enseñanza religiosa (y los materiales didácticos que utilizan) defienden los valores de una sociedad libre y plural. Sobre todo, si no se destierra el fundamentalismo de los salones de clases, no se podrá hallar un núcleo suficiente de valores compartidos. Puede admitirse que alguien defienda que una democracia debe tolerar la enseñanza de valores contrademocráticos siempre y cuando ello se haga dentro del sistema democrático.

Para muchos de nosotros las escuelas públicas pueden proporcionar un ambiente en el cual expongan al alumnado a una base rica de valores compartidos que protejan contra el fundamentalismo, y mezclen a los niños de diversas procedencias sociales y religiosas. Otros consideramos que ello se puede alcanzar en escuelas controladas por un grupo étnico o religioso, siempre que el estado se asegure de que todas las escuelas enseñen una base fuerte de valores compartidos. En cualquier caso, los mismos criterios esenciales deben aplicarse para que las escuelas, públicas o privadas, puedan proporcionar oportunidades eficaces de moverse hacia un modelo DEU, que apuesta por la integración y los valores compartidos, en contraste a un modelo asimilacionista o uno multiculturalista con escuelas separadas.

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