Uno de los debates más apasionantes y actuales en el
mundo de las ideas, es el que disputan partidarios del liberalismo vs. sus
críticos embanderados en posiciones comunitaristas. Apresurémosnos a señalar
que este debate encierra una rica tradición filosófica aunque también
sociológica y económica, y que reúne
fundamentalmente a intelectuales del primer mundo.
El liberalismo contemporáneo.
En otra ocasión nos habíamos referido al liberalismo del Siglo XVIII y
XIX. Al igual que entonces, los nuevos aportes del liberalismo filosófico
contemporáneo encierran múltiples enfoques, que podemos resumir
esquemáticamente en dos grandes orientaciones. En primer lugar tenemos a
ciertos liberales de inspiración kantiana, críticos al utilitarismo y en todo
caso interesados en encontrar soluciones a la relación libertad – equidad,
argumentando a favor de la primacía de lo justo sobre el bien. Aquí encontramos
fundamentalmente las posiciones más vinculadas a las posturas de John Rawls,
probablemente el filósofo más influyente de los últimos años en el debate de
las ideas, sobre todo a partir de la publicación de su obra “Teoría de la
Justicia” de 1971, además de otros autores de relieve como es el caso de
Dworkin o Ackermann. En segundo lugar tenemos posturas liberales más ortodoxas,
partidarias del laissez faire y
motivadas por desarrollar las virtudes teóricas del individualismo. Como se
comprenderá, esta segunda orientación es de mayor conocimiento en nuestra
realidad. Aquí encontramos a los seguidores de Von Hayek, esto es, autores como
Milton Friedman, James Buchanan, Robert Nozick, Michael Novak, etc.
Es difícil encontrar muchos puntos comúnes entre tantos autores y
orientaciones, aunque en términos generales lo que caracteriza al liberalismo
contemporáneo es defender una visión más bien individualista de la persona y
una postura subjetivista en el campo de la moral y la ética, según la cuál al
no poder compartir una misma noción integral de lo que es bueno y malo en una
sociedad, solo nos queda acordar en materia de procedimientos. Rechazan, por
ejemplo, discutir sobre qué es una buena sociedad, ya que en definitiva lo que
importa es garantizar el máximo de autonomía posible a cada sujeto.
El comunitarismo
El pensamiento comunitario, mientras tanto, también encierra numerosas expresiones a su interior,
caracterizándose por reaccionar a algunas de estas ideas liberales, por
ejemplo, rechazando la noción atomista del individuo, el relativismo moral que
genera el individualismo en nuestras sociedades, o la idea según la cuál cuánto
mayor autonomía tengan los individuos mejor para la sociedad en su conjunto
(suma de individuos). Pero por sobre todas las cosas, las críticas comienzan
siendo empíricas, esto es, parten de la crítica a una sociedad contemporánea que
por medio de la atomización y el individualismo, genera disolución de lazos
sociales y anomia. Asoman aquí autores como Alasdair Macintyre, Charles Taylor,
Michael Walzer, Michael Sandel y Roberth Bellah, además de Amitai Etzioni sobre
quién nos extenderemos a continuación.
En todos los casos, a diferencia de la crítica al liberalismo
sesentista basada en Marx, esta nueva camada de intelectuales, provenientes de
la filosofía política, recurre ahora fundamentalmente a autores como
Aristóteles o Hegel para basar sus formulaciones.
La crítica de Etzioni al individualismo.
El sociólogo judío – norteamericano Amitai Etzioni ha sido sin duda
uno de los abanderados del “comunitarismo sensible” (a diferencia del
comunitarismo más filosófico), a punto de fundar una Plataforma Comunitaria y
una Red de comunitaristas en los años noventa, reuniendo centenares de
académicos en todo el mundo. Sus ideas, recogidas en varios libros y artículos
científicos, se encuentran bien resumidas en
sus clásicos "The Moral Dimension"
(1988) y "The New Golden Rules"
(1991).
En el primero citado se pregunta si acaso es la sociedad
principalmente un mercado, en el que individuos que se sirven a sí mismos
compiten con otros –en el trabajo, en la política, en el romance- encareciendo
el bienestar general en el proceso. Comienza de esta manera una severa crítica
a los postulados más comúnmente esgrimidos por el individualismo imperante
tanto en el campo sociológico como económico. A diferencia de la noción según
la cual solemos comportarnos con fría racionalidad egoísta en cada uno de
nuestros actos cotidianos, Etzioni es de la idea que en la toma de decisiones
se conjuga la razón con los valores y con la moralidad. Esos valores, además,
no son solo individuales, sino fundamentalmente relacionales o sociales, o
dicho de otra manera, como sujetos estamos vinculados a diferentes comunidades
con firme sustrato moral y emotivo, que terminan por configurar nuestra
identidad.
En “la nueva regla de oro”, por su parte, argumenta en torno al
principal desafío intelectual del comunitarismo, esto es, establecer ese
difícil equilibrio entre autonomía y orden social, entre derechos y libertades
individuales, así como la aceptación de un conjunto de valores esenciales
compartidos. Una “buena sociedad” de esta manera, se aparta tanto de aquellas
sociedades totalitarias donde se asfixia al individuo, como de aquellas
sociedades que abanderadas en la defensa irrestricta del individualismo radical,
olvidan o menosprecian lo público y el orden social.
Señalemos finalmente que una de las últimas publicaciones de Etzioni
se titula “La tercera vía hacia una buena
sociedad. Propuestas desde el comunitarismo”, donde presenta críticas muy
interesantes a la propuesta socialdemócrata de Giddens, así como a las
formulaciones más clásicas del neoliberalismo actual.
El nuevo reordenamiento de las ideas
“El mapa antiguo (izquierdas y derechas) se centra en el papel del
gobierno en contraposición con el del sector privado y en la autoridad del
Estado en contraposición con el individuo. El eje actual es la relación entre
el individuo y la comunidad, así como entre la libertad y el orden.
Dado este marco diferente tiene sentido situar a libertarios,
liberales, conservadores partidarios del laissez faire, neoconservadores (de
derecha) y libertarios civiles (de izquierda) en diversas posiciones del mismo
lado (que no polo) del espacio político intelectual, porque todos –si bien en
distinta medida- se centran en la necesidad de autnomía y prestan relativamente
menos atención directa a las necesidades de orden social. Al otro lado del
espacio están los socialconservadores relativamente menos preocupados por la
autonomía y a menudo más interesados en la necesidad de apuntalar el orden
moral, que, si es preciso, lo debe sostener el Estado.
Entre los individualistas, defensores de la autonomía, y los
socialconservadores, defensores del orden social, se erige el pensamiento
comunitario que caracteriza a una buena sociedad como la que logra el
equilibrio entre el orden socia y la autonomía”.
Amitai Etzioni, La Nueva Regla
de Oro, Barcelona, Paidós, 1999
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