lunes, 30 de enero de 2012

Mensaje póstumo de Jacques Cousteau a la humanidad (Parte VII: La Paz Caliente: Armas Nucleares y Energía Nuclear)


Los contenedores en los que se guardan los residuos radiactivos, se hinchan con los gases y a través de fugas salen a la tierra circundante. Así se expresa Cousteau en el capitulo sobre la energía nuclear. Denuncia que cientos de centrales nucleares envejecidas se acercan a la obsolescencia mientras las compañías y los países que las construyeron no tienen ni dinero para desmontarlas ni lugar donde enterrar las partes contaminadas. Las agencias gubernamentales han eludido el problema de proteger a los ciudadanos simplemente haciendo caso omiso de ellos, vertiendo líquidos radiactivos en los ríos y bombeando toneladas en la tierra, utilizando el sello de “seguridad nacional” para mantener sus sucios secretos ocultos a los ojos de su propio pueblo.


Nos relata el atroz asesinato de cientos de miles de personas civiles en Hiroshima y Nagasaki, como el Presidente de Estados Unidos Harry Truman quiso ser el administrador de esa nueva arma letal e intentar que solo ellos tuvieran la bomba para erigirse superiores a las demás potencias.

Deja claro que la energía nuclear es la fuente más cara a causa de los costes astronómicos de la construcción de unas centrales lo bastante resistentes como para soportar una irradiación constante, por no mencionar la arremetida radiactiva de posibles accidentes. El físico y premio Nobel Henry Kendall, ha calculado, que una central nuclear grande  produce la cantidad de radiactividad de vida larga que liberaría la detonación de casi dos mil bombas de Hiroshima. Para pagar las nuevas centrales, la industria de Estados Unidos cargó a los consumidores incrementos de las tarifas eléctricas de hasta un 50 por ciento. Hoy día, más de un centenar de centrales nucleares en ese país han sido canceladas.

El accidente de la Central Nuclear de Fukushima por un tsunami en Japón  (2011), donde han muerto centenares de personas y cientos más que se irán produciendo con el paso del tiempo, ya lo auguraba Jacques Cousteau en este capítulo de su libro. Decía hablando de la inseguridad de estas centrales radiactivas preguntándose ¿Qué precio pagarán por las decisiones de hoy de abrazar más fuertemente la energía nuclear? ¿Cómo puede ningún simple mortal afirmar que tienen poder sobre las incógnitas de los 250.000 años que durante los cuales los residuos nucleares seguirán siendo peligrosos? ¿Podemos realmente creer todos los imponderables y todos los impredecibles del planeta, los tsunamis, los movimientos geológicos, incluso asteroides, respetarán la integridad de nuestros almacenes de residuos y nuestras centrales nucleares? Cada año sacude la Tierra unos 100.000 terremotos.

También como en algunos otros lugares del libro, Jacques invita a la revolución pacífica, a lo que el 15 M o Democracia Real Ya ha hecho tímidamente en España y en muchos lugares de Europa o la llamada revolución árabe, donde algunos dictadores han sido destronados por el ímpetu del pueblo y la unión de los ciudadanos. Nos dice claramente Cousteau, que la decisión tomada por unos pocos políticos de unas pocas naciones nos afecta a todos. Podemos evitar que negocien con nuestras vidas y con las vidas de nuestros hijos. Basta con que nos demos cuenta de que no necesitamos rendirnos a las dementes irracionalidades de unas docenas de hombres cuando nosotros somos miles de millones de personas.

Por Pedro Pozas Terrados.

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