Visión

     Hay tres puntos que nos podrían servir como base para nuestro modelo de gestión ambiental y con el tiempo iremos conociendo y estudiando nuevas maneras para lograr nuestro fin primordial. Estos puntos son:


. CONCIENCIA ECOLÓGICA. NATURALIZACIÓN DE LO HUMANO


La naturaleza es reducida así al papel de simple recurso, al servicio de nuestras ambiciones, deseos y lujurias. En consecuencia, la civilización moderna está psíquicamente enferma y por eso mismo, muchos de sus miembros ni siquiera captan la profundidad de la enfermedad que los afecta
  

     Cuando los humanos nos dimos cuenta que la naturaleza nos había dado una inteligencia diferente a la de otras especies, que poseía un elemento especial: la capacidad de autorreflexión, entonces comenzamos a razonar sobre nuestros propios pensamientos, a razonar sobre la razón. Comenzaríamos a construir una religión de ciencia, creamos una cientificidad “racional” basada en supuestas leyes objetivas orientadas al progreso, la civilización y el desarrollo, destruyendo de esta manera todo nexo con lo natural.

     Fuimos construyendo un “reino” que fue destruyendo a su paso los otros “reinos” existentes, los animales y las plantas fueron desplazadas, consumidas o eliminadas, todo sea por el “bien” de la civilización humana. Cientos de especies hoy son solo para el estudio fosilístico, y si éstos que eran visibles al ojo humano fueron ignorados y vilipendiados, los que no lo eran, el hombre no llegó siquiera a soñar en ellos (el aire, el agua, los suelos y otros), y fueron contaminados con cualquier cantidad de sustancias. Creíamos hasta no hace mucho que podíamos usar la naturaleza a nuestro antojo, de consumir todo lo que en ella crecía sin reponerlo y que no ocurriría nada. Toda acción tiene un efecto, el efecto fue ignorado y lo estamos viviendo a diario.

     Pero de pronto hubo un crecimiento exponencial de la población, todos los ecosistemas comenzaron a cambiar y empezamos a darnos cuenta que algo estaba sucediendo, que algo andaba mal. Publicaciones de organizaciones como El Club de Roma y sus “Límites del Crecimiento”, comenzaron a causar revuelo y prendieron las alarmas en todo el mundo. Con el tiempo se fue organizando y consolidando un movimiento en pro del medio ambiente, un movimiento que nació de las organizaciones sociales. Así nació la ciencia ecológica que hace un estudio integrado de lo natural y de lo humano. Las ideas ecológicas llegaron a las esferas de la sociedad “alta”, a la política y a la cultura, el mundo desde entonces no ha sido el mismo.

     Si señalamos a una persona en específico como creadora del movimiento ecológico, estaríamos haciendo una gran injusticia así como diríamos una gran mentira. El movimiento ecológico tiene un programa que se ha erigido con el aporte de todo tipo de profesionales, un programa que supo retratar genialmente El Club de Roma en su título “La Primera Revolución Global”, la cual tiene entre sus objetivos: alterar las relaciones de desigualdad entre Norte y Sur a fin de superar el llamado “subdesarrollo”, reformular el papel de los Estados, una nueva economía que sea determinada por valores extraeconómicos, limitación del concepto mismo de soberanía nacional en fin de intereses globales, entre otros más. La revolución ecológica es una revolución sin revolucionarios; no importa que pensemos o hagamos hoy pero llegará un día en que alcanzaremos los límites (que creemos ya han sido alcanzados) y los gobiernos serán presionados a buscar recursos con que sostener a la población. Pero esos recursos no existirán y se creará un ambiente caótico, casi apocalíptico, solo por el simple hecho de no haber administrado correctamente, cuando pudimos, los recursos del planeta (palabras más palabras menos es el mismísimo concepto de la economía).

     La ecología busca caminos diferentes al anterior, consolidar una sociedad de respeto y armonía Sociedad-Planeta. Eso esencialmente es lo que debemos construir, una cultura ecológica; no es solamente apagar una luz encendida que no se esté usando, ahorrar agua o plantar un árbol, sino que todos y cada uno de los habitantes de este planeta estén en concordancia y sientan respeto por el medio ambiente y las otras especies marginadas, lograr un sólido y funcional ecosistema planetario. Planteados los objetivos los medios de lograrlo son escasos y difíciles, es por eso que es obligación un cambio radical de la manera en que algunos (la mayoría) siguen viendo las cosas. Cambia ahora o quedarás callado para siempre.



. ECONOMÍA SUSTENTABLE
 
 
     “En el presente, y durante un breve momento de la historia, el ser humano posee la eficaz combinación de saber, medios técnicos y recursos naturales, todo lo que es físicamente necesario para crear una nueva forma de comunidad humana, que pueda mantenerse para las futuras generaciones


     Economía, una ciencia que tiene de cabeza al mundo, en su significado etimológico la economía es “la administración de la casa” y solo bastará esa proposición para desarrollar toda la idea. Si se debe administrar los recursos, estos por lógica deben ser finitos, de lo contrario no habría que administrar nada. Por otra parte, pero no tan lejos, está la ecología que significa “estudio de la casa”, una ciencia que apenas comienza a fortalecerse si la comparamos con el tiempo que la economía lleva institucionalizada. Ahora entendamos algo, si estudiáramos mejor nuestra casa,  si conocemos los recursos que tenemos disponibles y conocer como la combinación de estos es la más eficiente  para las necesidades del hogar, sería más fácil saber cómo administrarlos.

     Afortunadamente, para ser optimistas, los recursos naturales, humanos y técnicos con los que contamos hoy, podrían satisfacer todas las necesidades de las comunidades de este planeta. Pero, mientras nos matamos unos con otros por dinero y joyas, “el tiempo pasa y él nunca perdona” como dice una reconocida canción. ¿Será que el dinero y las joyas nos salvará de la reconstrucción y la estabilización de los ecosistemas?, porque es eso exactamente lo que ocurrirá, muchos egocéntricos corren y alarman diciendo: “el mundo se va a acabar”, “será el fin del planeta”; pues permítanme decir que lo único que se va a destruir es la civilización humana tal y como se le conoce hoy día, ya sea por catástrofes climáticas o estallidos sociales, el planeta se está cansando de aguantarnos y está comenzando a revolver las cosas hasta lograr el equilibrio. Tal vez, para seguir siendo optimista, hasta la raza humana se salve, pues los que tengan los recursos para construir refugios y resguardos podrán salir y comenzar una nueva generación humana, pero ¿y los que no pueden?, tienen la culpa de la mala administración de sus antepasados, tendremos que aferrarnos a nuestra fe y a la esperanza. “Por medio de la ignorancia del tiempo y del espacio, la naturaleza es suprimida, y ya que el ser humano es naturaleza, es también suprimido como ser natural” (Alvater, 1991, p.263).

     Es allí donde nace la necesidad de una nueva manera de administración de los recursos del planeta, un nuevo orden económico mundial. Dejar de creer que la naturaleza nos va dar recursos ilimitados y poner fin a la utopía del crecimiento eterno, poner fin a la multiplicación y formar una cultura de una inteligente repartición equitativa. Por esto nace el término “economía sustentable”, es decir un modelo que sustituya la producción en masa y la sociedad de consumo por una producción eficiente y distribuida más eficazmente entre animales, humanos y plantas; me atrevería a reafirmar lo que una vez propuso el Club de Roma, un modelo que ponga fin al “sueño americano”.

     Citando descarada pero responsablemente a Fernando Mires: “La sustentabilidad no es contradictoria con el desarrollo de la tecnología. De lo que se trata es de inventar un tipo de tecnología en función de la sustentabilidad. En función de esas razones proponen incentivar tecnologías de reciclaje, de mayor grado de eficacia, elevada utilidad productiva y mejor utilización de los recursos disponibles. En términos escuetos, fundar una economía del ahorro, y no del crecimiento… Ahora bien, eso quiere decir, también es importante que surjan empresarios que descubran que la defensa de la naturaleza es condición para la preservación de sus propios intereses generales… Empresarios que estén dispuestos a invertir en la renovación ecológica, que incentiven las formas no “fosilísticas” de producción, que realicen inversión en las técnicas de reciclaje, que inicien campañas de reforestación e incluso que estén dispuestos a trabajar “a pérdida” durante plazos cortos. No hay nada más errado que presentar a los movimientos ecológicos como enemigos de la técnica y de la capacidad de empresa… Si existen estos empresarios, es necesario que entre ellos y las organizaciones que han optado por la defensa de la tierra se realicen acuerdos y contratos que favorezcan ambas partes… Si no existen habrá que inventarlos y si inventarlos es imposible habrá que salvar el planeta sin ellos”.


. HUMANIZACIÓN DE LO NATURAL


    “Restaurar las relaciones de equilibrio, mediante la superación de la escisión producida entre los seres humanos con respecto a su ambiente. La ecología se transforma en un medio que hace posible esta integración; el camino que permite resolver la disfuncionalidad vital de nuestra civilización



     Del mismo modo como hemos dicho que es de excesiva importancia que el humano logre pleno entendimiento con lo natural, de igual grado lo natural debe estar en armonía con lo humano. Pero hoy en día sabemos que la naturaleza está tan humanizada que lo natural ya es rareza; y tal vez nos parezca que la humanización de lo natural ya está alcanzada y hasta sobregirada, cierto y falso. La ecología trata de acercar al humano con lo natural, respetándose ambas partes, por lo tanto no se trata de despreciar lo humano ni de reprenderlo sino de educarlo.

     Muchos ambientalistas tratan de que la política sea exclusivamente ambiental y que todo sea en función de ello, dejando de un lado la parte social y el desarrollo, por tanto este concepto es ambientalista, más no ecológico. La política ha cambiado su discurso tantas veces a lo largo del tiempo, y en un momento determinado la economía abarcaba todo el discurso y la gestión política; dejando de lado lo social, lo humano. ¿Qué pasó?, el mundo se vino abajo, estallidos sociales en todo el mundo con un fuerte sentir en América Latina; si en la sociedad reina la zozobra y el caos no hay política económica que valga, si los habitantes de la casa están descontentos y discuten entre sí, los recursos no rendirán y cada quien buscará su pedazo sin importar el otro. Este error, gravísimo por cierto, no se puede repetir; cuando los políticos entiendan y comiencen a tomar en serio las ideas ecológicas y comprenderlas a profundidad, comenzarán a formular una gestión social, pues la cuestión ecológica la lleva implícita. Por esto, no podemos hablar de Ecología Ambientalista, ya que destruye las mismísimas bases de la ecología, que fue creada precisamente para reunir lo natural con lo humano nuevamente.

     Este ejemplo quizás deje mejor expuesta la idea que se trata de explicar: ciertas corrientes del pensamiento consideran que el aumento de la población es la causa de la crisis económica y de no regularse estamos yendo derecho hacia el abismo. Algunos ecologistas postulan la disminución drástica de la tasa de natalidad para restablecer el equilibrio. Los chinos prohibieron la existencia de niños a través del control del Estado en la natalidad, activistas malthusianos propicia la esterilización de las mujeres y los neoliberales dirán que el problema no existe pues tarde o temprano las guerras o las epidemias actuarán como factores reguladores de la población. Tal parece que tratando de buscar el equilibrio ecológico muchas corrientes han propuesto no más que soluciones que rayan en la crueldad y la estupidez.

     En fin, se trata de buscar el desarrollo de nuevas tecnologías orientadas tanto al respeto de la naturaleza y a una mejor calidad de vida para los seres humanos. Hemos estado en un extremo de la balanza: el destructor, contaminante e irrespetuoso con la naturaleza, pero no se trata de ir al otro: el de vivir en cavernas, no bañarse para ahorrar agua y hacer nuestra vida solo con la luz del día; se trata de buscar el medio entre los extremos, el equilibrio de la balanza.


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