“Los ecosistemas y los equilibrios que predominen no resultarán de
la restauración de un equilibrio natural, sino de una elección que a su
vez resultará de colisiones argumentativas y, no siempre por último, de
decisiones políticas.” (Mires, 1990).
En
el transcurso del tiempo, el discurso político se ha ido adaptando a
las necesidades o dificultades que, en determinado momento, un pueblo
pueda tener. Cuando hay inseguridad, el discurso político es la
seguridad; cuando hay desempleo, el discurso político es el trabajo;
cuando hay crisis, el discurso es el cambio; no sólo es el discurso sino
también la bandera política que partidos e independientes de las
“derechas” o las “izquierdas” abrazan furiosamente.
Basta
con observar las últimas décadas de nuestra historia, para observar
como el mundo está cambiando físicamente, algo que han llamado “cambio
climático” y sus consecuencias: el derretimiento de los polos, la
extinción de las especies, el aumento de la temperatura, por nombrar
algunas. Desde que políticos como Al Gore, comenzaron a hablar del
“Medio Ambiente”, esto pues resultó pues atractivo para las masas, y
pues inmediatamente se hizo casi obligatorio que los políticos hablen de
ello y mientras se aprendan sus discursos, se afeitan con la llave del
agua abierta, esperan que el agua de la ducha se caliente, con el aire
acondicionado de su habitación prendido. Realmente para ellos, hablar
del ambiente es viable, hasta el más industrialista de ellos lo tendrá
en su agenda.
Lo
que en algún momento fueron ideas radicales, revolucionarias e
izquierdistas; hoy no hay programa electoral que no contemple proyectos
ecológicos, así los políticos no tengan ni la más mínima idea de lo que
están hablando. El grave daño que la acción humana le ha hecho al
ambiente es tal que sabemos que la ecología ya no es el otrora discurso
de selectas organizaciones como el Club de Roma, sino que es la manera
en que el ser humano se deberá orientar para alcanzar un estancia
prolongada en este planeta; ya no son solo palabras excéntricas y
términos extraños, sino que existe una verdaderamente preocupación
mundial por el destino final del ser humano. ¿Tenemos la capacidad de
aceptar nuestros errores, de saber interactuar con nuestro ambiente y,
más allá, de reparar lo que hemos hecho, todo sea por el planeta y las
especies que en este hacen vida?.
Ya
hemos esperado demasiado y no hemos encontrado soluciones, entonces
únete a nosotros, luchemos juntos y entremos en la vanguardia de la
revolución política y ecologista. Tal vez en el siglo XX encasillaban
las ideas como derechistas, izquierdistas, socialistas, comunistas,
socialdemócratas; pero tal parece que el siglo vino y se fue y estas
ideas no lograron redimir lo humano y, mientras unas le tiraban piedras a
las otras, se profundizó la crisis social, económica, cultural y
ambiental. “Si la ecología fuera un discurso solo podrían hablar de
ecología los ecólogos”, pero la ecología es un discurso transversal, que
supone un programa de transformación económica, social, política y
cultural.
Seguir
creyendo que en verdad existe un crecimiento económico es algo absurdo,
decía una persona hace mucho “Es imposible un crecimiento exponencial
indefinido en un medio ambiente que es finito”. Podremos transformar los
recursos naturales en productos y obtener dinero por estos, pero
mientras más consumimos más destruimos, y la materia no se crea solo se
transforma; por muy grande que sea nuestra Tierra algún día alcanzaremos
los límites y a este ritmo los alcanzaremos muy pronto. ¿Hasta cuándo
esperaremos?, o como dice genialmente un afiche del movimiento
ecologista: “El día en que no quede ningún árbol y ningún río,
descubriremos que el dinero no se puede comer”. Tal vez el camino sea
largo y difícil pero debemos salir y dirigirnos a los venezolanos con un
discurso nuevo y fresco, para construir juntos una sociedad
autosustentable y comprometida con el cuidado de las otras especies.
¿Pero
qué podemos hacer jóvenes como nosotros ante una tarea que demanda
cambios mundiales? Una vez dijo alguien que “todo lo que hagamos es
insignificante, pero es importante que lo hagamos”. Amigo, hermano,
nosotros creemos en ese mundo mejor, sano y donde todos quepamos, y
queremos convertir ese sueño en realidad y compartirlo contigo, pero
queremos que tú también participes en la construcción de esa sociedad.
Lo único que te podemos decir es que todavía hay tiempo de rectificar,
no perdamos ni un segundo más. Contamos contigo. Cuentas Claras es
Ecología. Cuenta Claras soy yo. Cuenta Claras eres tú. Cuentas Claras somos todos.
Editorial Octubre, 2011
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