«Hasta el momento, las luchas feministas se han limitado a demostrar el perjuicio a más de la mitad de la humanidad. Ha llegado la hora de demostrar que con el feminismo es la humanidad entera que va a mudar (...) El feminismo, al liberar la mujer, libera la humanidad entera. Es lo que más se asemeja al universalismo. Se encuentra en la base de los valores más inmediatos de la Vida y es por aquí que coinciden la lucha feminista y la lucha ecologista» (cita extraída de "Le Féminisme ou la mort", F. Eaubonne).
El mundo ha comenzado a aceptar la idea del aborto por motivos distintos a los que llevan a las mujeres a reivindicar violentamente su derecho a la libre disposición de su cuerpo, de su provenir, de su procreación. La sociedad masculina tiende a autocriticarse y a aceptar las reivindicaciones de las mujeres por la inquietud que le produce la tasa exponencial (de natalidad) que he mostrado y analizado anteriormente. Por una vez, coincide el interés de opresores y oprimidos. Pero lo sorprendente de esta situación es que, si se satisface este interés, la casta oprimida _las mujeres_ quedará en una situación más favorable que la casta de los opresores y éstos lo saben. Por eso dudan en conceder lo que ellos mismos desean: la interrupción del aumento demencial de la natalidad que, paralelamente a la destrucción del medio ambiente, es una sentencia de muerte para todo el mundo. Al mismo tiempo, conseguir este bendito freno dando la libertad de anticoncepción y aborto a las mujeres significa para los varones la certeza de que ellas no se detendrán ahí y comenzarán a disponer de sí mismas. Esto supone, recordemos a Fourier, un escándalo de tal violencia que puede minar las bases de la sociedad. Por eso las dudas, las contradicciones, las reformas y los obstáculos, los avances y retrocesos. Esta mímica de los poderes traduce la extrema oposición interna que desgarra la sociedad masculina a todos los niveles y en todos los países. (…)
En la base del problema ecológico se encuentran estructuras de un cierto poder. Como la superpoblación, es un problema de hombres, no sólo porque son hombres quienes detentan el poder mundial y desde hace ya un siglo podrían haber aplicado la anticoncepción radical, sino porque, en el nivel inferior, el poder está repartido de manera que es ejercido por los hombres sobre las mujeres. Tanto en el ámbito de la ecología como en el de la sobrepoblación, vemos enfrentadas las contradicciones del capitalismo, aunque estos problemas desborden ampliamente el marco del capitalismo y los conozca también el campo socialista, por la simple razón de que tanto en uno como en el otro reina aún el sexismo. (…)
Está claro que no deseamos en absoluto una ilusoria superioridad de las mujeres sobre los hombres, ni siquiera “valores” de lo Femenino que sólo existen en un plano cultural pero de ninguna manera metafísico. Decimos: ¿queréis vivir o morir? Si rechazáis la muerte planetaria, es necesario aceptar la revancha de las mujeres, porque sus intereses personales, en tanto que sexo, coinciden con los de la humanidad, mientras que los de los varones, a título individual, son distintos. Así ocurre incluso a nivel del Sistema masculino actual. Basta con observar la contradicción entre las instancias supremas de su poder, que pretende empujar a las mujeres a la producción (y anuncia: “Año 1975, Año de las Mujeres”) y los intereses privados de los varones que viven bajo ese mismo Poder ¡al que se resisten con furia ante la perspectiva de quedarse sin su criada! Basta con ver la contradicción entre el esfuerzo del susodicho Poder que trata de difundir y favorecer la anticoncepción con el fin de disponer, para fines productivos, del tiempo femenino sustraído a la función nutricia y la misma resistencia indignada de los varones ante el hecho de que sus “hembras” puedan controlar su reproducción, etc., etc. (…)
¿Qué revancha para la única mayoría humana tratada como minoría! (…) En cuanto este derecho pueda ser libremente vivido gracias a la anticoncepción masiva y el aborto libre, va a depender de ella que la mitad de la pesadilla humana se desvanezca (…)
Este poder inmenso que va a serle devuelto, que toca ya con sus manos, no tiene nada en común con el poder de organizar, decidir, representar y oprimir, que continúa siendo del varón. Por eso puede hacerlo fracasar de manera más eficaz y anunciar la sentencia de muerte de la antigua opresión. En definitiva, según el lema de “Ecologie-Féminisme Centre”, se trata de arrebatarle el planeta al varón de hoy para restituirlo a la humanidad del mañana. Es la única alternativa porque si la sociedad masculina continúa, mañana no habrá ya humanidad.
Por Françoise d’Eaubonne, en ECOLOGÍA Y FEMINISMO (en Le Féminisme ou la mort, Pierre Horay Editeur, Paris, 1974)
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