jueves, 27 de octubre de 2011

El Cardón gran defensor de los bosques xerófitos


Arquero con rostro de arena, pulpa de lluvia.
Cacto de estrellas cazador.
Acechante guerrero desde los yerbazales,
las colinas. Sigilo indígena.
Despliegas amenazante,
entre la calidez del desierto
y la esperanza de un anhelo de verdor,
tus áridas flechas azuzado por los horizontes.
Estático sin embargo en el arrobo
del esplendor del cielo, de la luz, de la noche.
Lubio Cardozo, poeta venezolano


     Como los Caballeros Templarios del medioevo que se formaron para defender a los peregrinos, o las hordas de Robin Hood en el bosque de Sherwood que protegían las bondades de su territorio o los audaces indios motilones o la nación indígena de los Onoto en las costas del Caribe, que con sus flechas a discreción pudieron reducir al invasor español en Suramérica, el noble Cardón, armado solo de su estructura espinosa, resguarda valiente y silenciosamente los bosques xerófilos del planeta.


     Siendo los bosques Xerófilos o Xerófitos, aquellos conformados por plantas y asociaciones vegetales adaptadas a la vida en un medio seco. En ellos, sus especies endémicas de flora y fauna, son capaces de sobrevivir a las condiciones más inclementes del desierto. Así mismo, la mayoría de sus plantas son suculentas, lo que quiere decir que pueden almacenar agua. Otras, poseen semillas las cuales yacen inactivas hasta que el agua de lluvia las despierta. A pesar de todo, estas plantas encuentran el modo de obtener agua y protegerse del calor.

     De estos bosques del desierto, la planta más famosa es el cactus, donde el Cardón es el cactus más grande que se conoce. Un Cardón común maduro alcanza una altura de 5 a 10 metros, encontrándose hasta de18 metros. Debido a que es una planta de crecimiento lento, su vida promedio se mide en cientos de años, lo cual elimina la necesidad de una alta tasa de reemplazo por nuevas generaciones.

     Otras plantas suculentas son: la rosa del desierto y la roca viviente. Esta última planta parece una roca de espinas. Su disfraz la protege de sus predadores. También, muchos animales del desierto, como aves, serpientes y roedores, mantienen reducidas poblaciones y solo se reproducen después de las precipitaciones de invierno, cuando el crecimiento de la vegetación asegura el sustento. Y por no beber casi nada de agua, han desarrollado “técnicas” para obtenerla del propio metabolismo de los alimentos, como es el caso de los almidones, que al metabolizarse, producen dióxido de carbono y agua, los que les permite vivir sin beber por largos períodos de sequía.

     Lo cierto, es que los cardonales infunden mucho respeto y los grandes animales herbívoros al igual que los humanos, se cuidan mucho de meterse en sus territorios, debido a las posibles lesiones que se les producirían al rozarse con sus inmensas espinas o “áridas flechas” como las define el poeta Lubio Cardozo, que “casi adrede” les salen al paso para defender el bosque xerófito.

     El Cardón se defiende tenazmente de los depredadores y a la vez, resguarda su espacio natural, los hermosos bosques xerófitos. Más allá de una metáfora, el planeta requiere contar con ejércitos de cardones en cada uno de sus territorios, para frenar así, el sobre consumo y mantener a raya a los que en nombre del desarrollo sustentable agotan nuestros recursos naturales.


Por Lenin Cardozo

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