Tim Jackson es profesor de desarrollo sostenible en la Universidad de
Surrey (Reino Unido) y director del grupo de investigación sobre estilos de
vida, valores, y medio ambiente (RESOLVE en el acrónimo inglés). Este grupo
asesora al gobierno británico y a otros ejecutivos del mundo en políticas
relacionadas con el comportamiento ciudadano en relación a la energía. Jackson
ha visitado Barcelona para presentar su último libro Prosperity Without
Growht, editado en castellano por Icaria e Intermón Oxfam. Su tesis es
todo un reto: no saldremos de la situación en que nos encontramos sin una nueva
economía donde el bienestar se desvincule del crecimiento. Tim Jackson no
define completamente el nuevo modelo, pero da pistas de cuáles deben ser los
elementos constitutivos.
La conciencia de que el crecimiento no puede
ser ilimitado en un planeta finito no es nueva. En 1972 el Club de Roma ya lo
puso de manifiesto con The limits to growth. Cuarenta años después, ¿qué se puede añadir?
Una de las cuestiones que me planteé al
escribir mi libro es por qué las cosas no han cambiado a partir de esta
constatación. Ya conocíamos en ese momento los hechos básicos de la
sostenibilidad, pero en todo este tiempo no hemos sido capaces ni siquiera de
enfocar correctamente los temas. El libro plantea por qué eso es tan difícil de
hacer. Lo que podemos añadir en 2012, como novedad, es la relevancia de la
ciencia económica para la sostenibilidad, un aspecto que entonces no era tan
claro.
¿Qué dirección cogió la economía en las
últimas décadas?
La dirección de mantener el crecimiento en
marcha tan rápido como sea posible. Y esto ha pasado porque existe un
convencimiento muy profundo de que una economía que no crece constantemente nos
lleva a un mundo poco confortable, a punto del colapso. Este convencimiento
lleva a un dilema muy complicado porque, por un lado, sabemos que la naturaleza
plantea unos límites pero, por otro, nadie quiere que la economía se hunda y
nos devuelva a la pobreza.
Para salir de este aparente callejón sin
salida, usted propone una nueva definición de prosperidad.
Así es. Uno de los puntos más importantes en toda esta reflexión es preguntarse qué quiere decir exactamente la prosperidad. No es un concepto simple porque está construido con deseos y esperanzas, con una idea de vivir bien ahora y sobre todo en el futuro. Por todo ello me parece muy extraño que se haya querido medir la prosperidad sólo con el nivel de renta. La prosperidad está relacionada con el conjunto de condiciones que nos permiten vivir bien. Y por tanto si queremos redefinir la prosperidad debemos preguntarnos cuáles son estas condiciones. Algunas son materiales, como las casas, la ropa, la comida. Pero muchas otras son inmateriales, como el sentido de lo que hacemos, la habilidad de participar en la comunidad, la fortaleza de los nexos comunitarios. Filósofos, psicólogos, religiosos, y yo añadiría muchísimas personas normales y corrientes, han llegado a esta conclusión. Por lo tanto, de entrada, la pieza básica para construir una nueva economía es la redefinición de la prosperidad en estos términos.
Así es. Uno de los puntos más importantes en toda esta reflexión es preguntarse qué quiere decir exactamente la prosperidad. No es un concepto simple porque está construido con deseos y esperanzas, con una idea de vivir bien ahora y sobre todo en el futuro. Por todo ello me parece muy extraño que se haya querido medir la prosperidad sólo con el nivel de renta. La prosperidad está relacionada con el conjunto de condiciones que nos permiten vivir bien. Y por tanto si queremos redefinir la prosperidad debemos preguntarnos cuáles son estas condiciones. Algunas son materiales, como las casas, la ropa, la comida. Pero muchas otras son inmateriales, como el sentido de lo que hacemos, la habilidad de participar en la comunidad, la fortaleza de los nexos comunitarios. Filósofos, psicólogos, religiosos, y yo añadiría muchísimas personas normales y corrientes, han llegado a esta conclusión. Por lo tanto, de entrada, la pieza básica para construir una nueva economía es la redefinición de la prosperidad en estos términos.
Hay una idea muy extendida de que la crisis
que hoy padecemos ha sido causada por la irresponsabilidad, la falta de sentido
del riesgo, las malas prácticas profesionales, pero en su libro usted dice que
ha sido provocada por el crecimiento. Lo puede explicar?
No negaré que las causas que usted enumera
forman parte de las raíces de la crisis. Lo que pasa es que, si ha habido
avaricia, irresponsabilidad y malas prácticas, es porque la finalidad más
importante era que la economía no parara de crecer. El crecimiento es la causa
de fondo. La desregulación de los mercados financieros y el estímulo del
consumo desaforado, con el consecuente estímulo a contraer más y más deuda,
llevaron a una situación insostenible que ha terminado como ya sabemos. Se
pensaba, erróneamente, que la expansión del gasto podría aguantar de forma
indefinida sin ningún problema. Pero el crecimiento del crédito y la deuda
tienen unos límites más allá de los cuales llega inevitablemente la
inestabilidad. Estamos, pues, en una crisis de crecimiento.
Y entonces, como debe ser una economía de prosperidad
sin crecimiento? ¿Cuáles serían sus elementos más destacados?
Hay que hacer un proceso de transición hacia
una economía de este tipo, pero previamente debemos dibujar las características
principales del nuevo escenario. Una de ellas es el funcionamiento de la
inversión, que hasta ahora se ha hecho pensando en la inmediatez y en un
retorno de beneficios lo más rápido posible, buscando siempre la novedad en los
productos para hacerlos atractivos y colocarse en seguida en el mercado. Las
consecuencias de este concepto de inversión son el consumo de recursos sin
límites y la degradación del entorno, ya que el beneficio inmediato pasa por
delante de todo. La inversión en la nueva economía debe adoptar un tempo más
lento, por lo que el retorno para los inversores se contemple a medio y largo
plazo. Y segundo, pero no menos importante, se debe orientar en un sentido
sostenibilista, poniendo el capital en tecnologías bajas en carbono, y en
infraestructuras relacionadas con energías renovables, así como en aspectos
inmateriales que permitan a las comunidades humanas mejorar su vida en términos
cualitativos.
Otra característica de la nueva economía es la
redefinición de lo que debe hacer una compañía. Hasta ahora ha sido muy claro:
ampliar al máximo su mercado y hacer cada vez más productos, más rápido y el
más barato posible. Este es un modelo patológico que lleva igualmente a un
exceso de consumo, a más presión sobre los recursos y, encima, no es
satisfactorio para las personas. Las empresas deben focalizar su actividad en
el bienestar de las comunidades. Aparte de las necesidades materiales, no es
difícil identificar una serie de ámbitos de desarrollo como: la salud, la
educación, los servicios sociales, la protección de los parques y el entorno
natural, la rehabilitación a fondo de todos los edificios.
Este desarrollo se haría mejor en una economía
menos globalizada y más centrada en el mundo local?
La extrema globalización que vivimos es
claramente disfuncional porque conlleva enormes volúmenes de transacciones
financieras que desestabilizan con mucha facilidad las economías locales. Y
para hacer un solo producto a menudo deben circular gran cantidad de materiales
entre un continente y otro. Todo esto tiene un gran impacto en el medio. En
este sentido habría que reducir la globalización pero eso no excluye el
comercio internacional responsable ya que es evidente que algunos productos se
fabrican mejor en un lugar que en otro. La economía local, eso sí, debe cobrar
importancia.
Para hacer posible algunas de las líneas de
acción que sugiere no hay otra alternativa que marcar unas limitaciones. ¿Qué
tipo de autoridad debe marcarlas?
Para mí es un aspecto secundario ahora mismo
definir qué tipo de autoridad debe tener esta responsabilidad. Lo que quiero
decir en el libro es que, si eres el gobierno de un país, debes saber que tu
economía se basa en la disponibilidad de ciertos recursos, y tienes que prever
que estos recursos estarán el año que viene y el siguiente. Una administración
a la que se le escape el conocimiento de la disponibilidad de los recursos o el
hecho de que tendrán un precio exorbitante se encontrará tarde o temprano con
un problema. Igualmente pasa, a otro nivel, en una empresa que tenga
incertidumbre sobre sus proveedores. Una economía que no articula un método de
contabilidad, con una base de datos sobre los recursos que utiliza, es una
economía sin garantías de futuro.
Podría llegar a ser el "contable de
recursos" un perfil con mucha salida profesional?
Sí. Necesitamos trabajos como estos en el futuro,
porque una de las razones que llevan a la degradación ambiental es no saber
bien qué está pasando con los recursos.
¿Cree que estudiantes de economía y de
empresariales piensan en estos términos?
Algunos continúan como si no pasara nada, business as usual. Pero
también debo decirle que, desde que salió mi libro, muchos estudiantes de
económicas y empresariales me han hecho saber su interés en explorar ideas para
construir una nueva economía. Han recibido una formación con las ideas de siempre,
pero ahora se ven confrontados a una crisis de dimensiones nunca vistas, así
que tienen hambre de respuestas y de cambio. No creen que lo que está pasando
se pueda solucionar con fórmulas ya conocidas. Y algunos profesores están
replanteando la forma de enseñar la economía como consecuencia de todo ello.
Estas cuestiones son de suma importancia pero
¿no tiene la impresión de que los países en vías de desarrollo se pueden
desentenderse porque todavía están en la fase de ganar un cierto bienestar
material?
Bueno, está claro que no hay suficientes
recursos, ni materias primas, ni bosques, ni biodiversidad que puedan soportar
9.000 millones de personas consumiendo al ritmo del mundo occidental en unas
décadas. Esto implicaría una economía que debería multiplicar por seis el
tamaño de la actual en 2050, y por 16 el 2100. Simplemente es inviable. A pesar
de lo que le acabo de decir, el trabajo de los países más ricos no debe ser
persuadir a los que se están desarrollando que no lo hagan. Nuestra prioridad
debe ser transformar nuestras economías en un modelo que no requiera
crecimiento ilimitado. Es perfectamente legítimo que los países atrasados
quieran aspirar un estándar de bienestar material mínimo que ahora no tienen
porque históricamente no han podido alcanzar.
Cree realmente que una economía sostenible es
posible?
Lo que creo realmente es que es necesaria. Las
dinámicas de la economía vigente en estos momentos no sólo nos llevan al
colapso ecológico sino al económico y social.
Tal como están las cosas, se atrevería a decir
que colapso llegará antes?
Con mucha probabilidad el económico y el
social. En cierto modo podríamos estar viendo el principio de esta situación.
Pero las raíces de todos los colapsos son las mismas. En realidad, economía,
ecología y sociedad están completamente interconectadas. De hecho, la crisis
del 2008 tiene una fuerte base ambiental ya que uno de los desencadenantes fue
el alza del precio del petróleo. Bueno, del petróleo habla todo el mundo, pero
en el futuro podríamos tener nuevas crisis que tengan como detonante la escasez
de otros recursos. Estoy pensando en las tierras raras, que son clave para la
industria electrónica, o en los fosfatos, absolutamente vitales para los
fertilizantes.
¿Qué piensa del concepto decrecimiento de Serge Latouche?
La primera vez
que oí el término decrecimiento pensé que se trataba de una propuesta
alternativa muy articulada, pero cuando escuché a Serge Latouche me di cuenta
de que su intención no era tanto construir un sistema alternativo como
deconstruir el imaginario dominante en cuanto al crecimiento. El decrecimiento
es en este sentido un concepto filosófico, no económico. Y nos hace falta mucho
conocimiento económico para diseñar un sistema basado en el no crecimiento.
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