Ya
es del conocimiento público, que el Rey Juan Carlos tiene serios problemas para
conciliar un sueño reparador. Sus más allegados piensan que probablemente sufre
del llamado síndrome “culpa morti animalus” (remordimiento por matar animales
por placer). Esta lamentable situación para el Rey viene desde que leyó sobre ciertas
filosofías indias que señalan que al morir todos aquellos que han matado
animales por placer, las almas de esas víctimas lo esperaran y lo arrastraran
hasta las llamadas cuevas de las lamentaciones. Quienes son llevados a esas
cuevas, vivirán sin el eterno descanso y solo los acompañan las lamentaciones
de quienes fueron martirizados.
Al parecer el remordimiento de Juan es muy grande, porque desde hace rato perdió la cuenta de los animales que ha matado.
Todos los días se matan animales silvestres y la población de nuestra fauna está disminuyendo drásticamente por la acción de cazadores furtivos y/o “deportivos”. La fauna silvestre se encuentra a expensas de personas que matan por el simple placer de probar su puntería.
Según Pacma cuando se mata por diversión se está anteponiendo el interés de un individuo en practicar un deporte al interés de otro individuo en conservar su vida. Millones de animales son víctimas cada año y cientos de miles quedan heridos y desvalidos, para fallecer posteriormente de forma agónica por esta terrible practica.
Matar animales indefensos por simple placer, en nada está asociado a lo que significaba el sentido de supervivencia del otrora cazador primitivo. En el presente este seudo “deporte”, es una cruel actividad cuyo objetivo no es otro que matar por diversión. También es responsable de la extinción de especies en nuestros bosques o llanuras, precisamente aquellas especies que serian, en caso de existir, los depredadores naturales de los venados, jabalíes, conejos, etc.
Cazan con la excusa legal del control de población. Piensan que hacen el papel de depredadores naturales y mantienen el equilibrio del ecosistema. Pero la realidad es que una violación de los derechos de los animales, responsable de la muerte de miles de ejemplares salvajes cada año.
Esta práctica es una amenaza para las especies autóctonas y migratorias, responsable de la extinción, hibridación y endogamia de esos animales, además de la contaminación por plomo (plumbismo) de humedales y espacios naturales provocadas por la munición.
El plumbismo es el fenómeno de envenenamiento que se produce al ingerir las aves los perdigones de plomo que proceden de los cartuchos utilizados por los cazadores. Las aves los ingieren confundiéndolos con las piedrecitas que les ayudan a digerir el alimento. Estos perdigones quedan retenidos en la molleja del ave, que es el lugar donde se produce la molturación o trituración de la comida. El plomo se desgasta o se disuelve en los jugos gástricos absorbiéndose una cierta cantidad por el organismo... a los pocos días aparecen los primeros síntomas, problemas digestivos y neuronales, que provocan diarreas y pérdida de equilibrio. Muchas de estas aves mueren en poco tiempo escondidas entre la vegetación.
En fìn, es un problema ético que tiene a un Rey con pesadillas. Juan Carlos pide perdón a todos esos seres que has matado por diversión, quizás así puedas recobrar tus últimos sueños y cuando llegue tu hora, el descanso eterno.
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